El hombre invisible.
Aquel hombre era invisible pero nadie se percato de ello.
Gabriel Jimenez Emanan.
La última cena.
El conde me ha invitado a su castillo. Naturalmente yo llevaré la bebida.
Ángel Garcia Galiano.
Dada Life.
Era se una vez un hombre plátano, que vivía en un país de monos. Un día salio a la calle , y nunca mas se supo de el.
By: Balta Bonet Gandía.
miércoles, 30 de noviembre de 2011
domingo, 27 de noviembre de 2011
Los micros de Isis
A TRAVÉS DEL ATURDIMIENTO
Estaba inclinada sobre el váter, notando como mi espalda desnuda se arqueaba cada vez que las nauseas se incrementaban. Mi pelo rubio y largo se me pegaba incómodamente a la cara por el sudor. No me había visto al espejo, pero suponía que debía tener unas largas rayas negras de las lágrimas que habían corrido el maquillaje. Notaba la cerámica del váter extremadamente fría, demasiado a pesar de mi alta fiebre.
Sinceramente no recordaba nada, solo que cada pocos minutos me despertaba en el suelo del baño para volver a vomitar; ya acostumbrada al habitual olor a alcohol no me extrañó que cada vez que abría los ojos al despertarme, un fuerte e incómodo olor a whisky rancio embotara mis sentidos y me nublara la vista, mejor, así no vería el estropicio que estaba armando.
No sé cómo ni por qué he acabado en estas condiciones, pero gracias a alguien anoche pude llegar hasta casa, lo que ya no sé es si él o ella también me quitó la camiseta y el sujetador.
UN SEGUNDO PLANO
Intentaba prestar atención a la clase, a esa profesora que se esforzaba en explicar la Guerra de Secesión Americana y sus consecuencias musicales, pero por más que fijaba la vista en la pizarra y en sus trazos blancos de la explicación, sólo lo veía en un segundo plano, como en blanco y negro, ya que mi mente se centraba en otra cosa, en algo que era, sin lugar a dudas, más importante.
COMIENZO
Mi vagón no era excesivamente grande, sino que al contario, las cabinas se apelotonaban y el estrecho pasillo siempre estaba taponado por carritos de comida o pasajeros con necesidad de estirar las piernas o ir al baño.
Cuando logré llegar a mi asiento a trompicones, estaba exhausta de esquivar niños y empujar pasajeros; con un último esfuerzo conseguí guardar mi maleta. Caí agotada, tras la intensa carrera por tal de no perder el tren, en el asiento. Tenía mucho calor, ya que fuera el viento era helado y la nieve caía caprichosa, y yo iba ataviada con un grueso abrigo negro, un gorro de lana, una bufanda y unos guantes, pero aquí dentro el ambiente era espeso, recargado, caluroso y parecía inamovible y difícil de respirar.
Eché la cabeza hacia atrás, mientras me desenrollaba la bufanda, me quitaba con rudeza los guantes y me desprendía satisfecha del abrigo. Me dejé el corro puesto, con mis rizos marrones saliendo por abajo. Poco después, cuando mi respiración se acostumbró al poco oxígeno y a la espesura, levanté la vista y vi que un joven rubio de ojos azules estaba frente a mí mirándome fijamente. Se apoderó de mi rostro un semblante serio, ya que sentía que aquel chico era especial, como si ya lo conociese, como si supiese instintivamente que no iba a pasar como un soplo de aire, sino que iba a dejar su particular huella.
Poco a poco, al ver que sus ni parpadeaban, una sonrisa se extendió por mi cara, y supuse que los ojos me brillaban, como siempre pasa cuando sonrío de verdad. Bajé la vista sonriente, mientras alisaba mi vestido blanco de seda, y cruzaba cómodamente las piernas, cubiertas por unas medias también blancas. Le miré de nuevo y me aclaré la garganta:
- ¿Dónde bajas?
- En tu misma parada. – Me respondió con una voz áspera, joven y hermosa, dándome a entender que este viaje probablemente no acabara en “mi parada”.
RUTA 69
Mis pies, enfundados en unas desgastadas Converse negras, descansaban sobre el salpicadero del coche. Mi pelo negro ondeaba con el viento cálido, y al tiempo refrescante que entraba por la ventanilla bajada. Me puse las gafas de sol, disfrutando del sol, disfrutando del hermoso paisaje que dejábamos atrás en apenas un parpadeo.
La música se extendía como dulce miel por el coche y salía por las ventanillas, dejando en el aire las notas de una melodía tan exquisita. “Sweet Home Alabama” entraba por mis oídos, llenándome de ganas de vivir la vida al máximo, y… de llegar a la ruta 69!! Jajaja, esa era nuestra broma preferida.
El sol abrasador estaba en lo alto del cielo, bañando los desérticos parajes de luz y calor.
Cuando fijabas la vista en la carretera, y perdías la mirada en el infinito horizonte, podías distinguir brillos ondulantes, como espíritus, salir, ascender del asfalto.
Mi acompañante, mi mejor amiga con el mejor gusto musical y con el pelo rojo más bonito del mundo, me pasó el cigarro, soltando, como con ternura, el humo, que salió disparado por la ventana.
Aún nos quedaba un largo viaje, cosa que nos producía excitación y nos emocionaba como nunca, aún teníamos muchas cosas que ver, oler, saborear, tocar, oír y vivir.
Estaba inclinada sobre el váter, notando como mi espalda desnuda se arqueaba cada vez que las nauseas se incrementaban. Mi pelo rubio y largo se me pegaba incómodamente a la cara por el sudor. No me había visto al espejo, pero suponía que debía tener unas largas rayas negras de las lágrimas que habían corrido el maquillaje. Notaba la cerámica del váter extremadamente fría, demasiado a pesar de mi alta fiebre.
Sinceramente no recordaba nada, solo que cada pocos minutos me despertaba en el suelo del baño para volver a vomitar; ya acostumbrada al habitual olor a alcohol no me extrañó que cada vez que abría los ojos al despertarme, un fuerte e incómodo olor a whisky rancio embotara mis sentidos y me nublara la vista, mejor, así no vería el estropicio que estaba armando.
No sé cómo ni por qué he acabado en estas condiciones, pero gracias a alguien anoche pude llegar hasta casa, lo que ya no sé es si él o ella también me quitó la camiseta y el sujetador.
UN SEGUNDO PLANO
Intentaba prestar atención a la clase, a esa profesora que se esforzaba en explicar la Guerra de Secesión Americana y sus consecuencias musicales, pero por más que fijaba la vista en la pizarra y en sus trazos blancos de la explicación, sólo lo veía en un segundo plano, como en blanco y negro, ya que mi mente se centraba en otra cosa, en algo que era, sin lugar a dudas, más importante.
COMIENZO
Mi vagón no era excesivamente grande, sino que al contario, las cabinas se apelotonaban y el estrecho pasillo siempre estaba taponado por carritos de comida o pasajeros con necesidad de estirar las piernas o ir al baño.
Cuando logré llegar a mi asiento a trompicones, estaba exhausta de esquivar niños y empujar pasajeros; con un último esfuerzo conseguí guardar mi maleta. Caí agotada, tras la intensa carrera por tal de no perder el tren, en el asiento. Tenía mucho calor, ya que fuera el viento era helado y la nieve caía caprichosa, y yo iba ataviada con un grueso abrigo negro, un gorro de lana, una bufanda y unos guantes, pero aquí dentro el ambiente era espeso, recargado, caluroso y parecía inamovible y difícil de respirar.
Eché la cabeza hacia atrás, mientras me desenrollaba la bufanda, me quitaba con rudeza los guantes y me desprendía satisfecha del abrigo. Me dejé el corro puesto, con mis rizos marrones saliendo por abajo. Poco después, cuando mi respiración se acostumbró al poco oxígeno y a la espesura, levanté la vista y vi que un joven rubio de ojos azules estaba frente a mí mirándome fijamente. Se apoderó de mi rostro un semblante serio, ya que sentía que aquel chico era especial, como si ya lo conociese, como si supiese instintivamente que no iba a pasar como un soplo de aire, sino que iba a dejar su particular huella.
Poco a poco, al ver que sus ni parpadeaban, una sonrisa se extendió por mi cara, y supuse que los ojos me brillaban, como siempre pasa cuando sonrío de verdad. Bajé la vista sonriente, mientras alisaba mi vestido blanco de seda, y cruzaba cómodamente las piernas, cubiertas por unas medias también blancas. Le miré de nuevo y me aclaré la garganta:
- ¿Dónde bajas?
- En tu misma parada. – Me respondió con una voz áspera, joven y hermosa, dándome a entender que este viaje probablemente no acabara en “mi parada”.
RUTA 69
Mis pies, enfundados en unas desgastadas Converse negras, descansaban sobre el salpicadero del coche. Mi pelo negro ondeaba con el viento cálido, y al tiempo refrescante que entraba por la ventanilla bajada. Me puse las gafas de sol, disfrutando del sol, disfrutando del hermoso paisaje que dejábamos atrás en apenas un parpadeo.
La música se extendía como dulce miel por el coche y salía por las ventanillas, dejando en el aire las notas de una melodía tan exquisita. “Sweet Home Alabama” entraba por mis oídos, llenándome de ganas de vivir la vida al máximo, y… de llegar a la ruta 69!! Jajaja, esa era nuestra broma preferida.
El sol abrasador estaba en lo alto del cielo, bañando los desérticos parajes de luz y calor.
Cuando fijabas la vista en la carretera, y perdías la mirada en el infinito horizonte, podías distinguir brillos ondulantes, como espíritus, salir, ascender del asfalto.
Mi acompañante, mi mejor amiga con el mejor gusto musical y con el pelo rojo más bonito del mundo, me pasó el cigarro, soltando, como con ternura, el humo, que salió disparado por la ventana.
Aún nos quedaba un largo viaje, cosa que nos producía excitación y nos emocionaba como nunca, aún teníamos muchas cosas que ver, oler, saborear, tocar, oír y vivir.
jueves, 24 de noviembre de 2011
Los micros de Elena
La cita
Eran las cuatro menos cuarto cuando se metió en la ducha, a las cuatro en punto ya estaba duchada. ¿Que debía ponerse? Quizás la blusa blanca… ¿O mejor un vestido? Eran las cuatro y media y todavía no se había decidido. Finalmente, cogió uno de los vestidos que tan bien le quedaban y se maquilló un poco. A las cinco menos veinticinco partió hasta su destino, debía estar allí a las cinco. A las cinco menos cuarto se paró en un quiosco, no le quedaban cigarrillos. Se le hacía tarde, eran las cinco menos siete minutos y aún le quedaba un buen trecho. Las cinco y cinco, llega a su destino pero él no está allí…
Metamorfosis
Una señora va a la farmacia y compra un cepillo de dientes nuevo y se lo pone en el bolso. Dos meses después, se da cuenta de que ya está bastante usado y que es hora de comprar otro. Pero ya no es el mismo cepillo de dientes, ahora es un trozo de plástico e inútil. Apenas queda solo en el baño el trozo de plástico putrefacto e inútil se convierte en un útil utensilio de pintura para Marta, una chica de 12 años. Hora después lo deja por la cocina tirado, y vuelve a convertirse en un trozo de plástico putrefacto e inútil. Apenas queda solo en la cocina el trozo de plástico putrefacto e inútil se convierte en un útil objeto para desatascar tuberías. El padre de la casa, Luis, lo coge y consigue desatascar la tubería que tanto había dado por saco, que es para lo que sirven los cepillos de dientes después de estas excitantes metamorfosis, para desatascar tuberías.
La huída
Un hombre se encontraba a si mismo tan poderoso, con tanto dinero, tan guapo que no se enteraba de la vida en familia. Ni compartía el trabajo de casa, ni se responsabilizaba de sus hijos. Cuando llegaba del trabajo se tumbaba en el sofá mientras su mujer trabajaba como una mula. Exigía la cena preparada a las nueve, y si no era así se ponía hecho una furia y toda la culpa iba a la mujer. Por eso un día la mujer se mudó de casa y dejó al marido plantado.
Ella
Un día de Enero, ella, asustada, leyó una nota que estaba en su buzón. Una amenaza, le destrozaría la vida pronto. No sabía qué hacer ni dónde meterse, sus hijos, por el amor de dios ellos tenían que estar a salvo. Fue al colegio, no estaban, puso una denuncia, volvió a su casa, tampoco estaban. De pronto tuvo una intuición, el baño, si, sus hijos estaban en el baño con él. Su terrorífica cara la miraba, sus sucias y horribles manos la cogían, no tenía escapatoria…
La habitación
Contó los días. Eran siete. En el primero, limpió la habitación. El segundo pinto la pared de color rosa clarito. Aprovechó el tercero para instalar la cama y la estantería. El cuarto, instaló el escritorio junto a la otra estantería de encima de la cama. El quinto día colocó la cómoda junto al armario empotrado y la mesita pequeña junto a la estantería. El sexto día puso el colchón e hizo la cama, además también rellenó la estantería de libros y colocó una silla giratoria junto el escritorio. El séptimo día, colocó las persianas en la ventana y acabó de rellenar la habitación con sus pertenencias. El octavo día despertó contenta mirando su habitación, era perfecta.
Eran las cuatro menos cuarto cuando se metió en la ducha, a las cuatro en punto ya estaba duchada. ¿Que debía ponerse? Quizás la blusa blanca… ¿O mejor un vestido? Eran las cuatro y media y todavía no se había decidido. Finalmente, cogió uno de los vestidos que tan bien le quedaban y se maquilló un poco. A las cinco menos veinticinco partió hasta su destino, debía estar allí a las cinco. A las cinco menos cuarto se paró en un quiosco, no le quedaban cigarrillos. Se le hacía tarde, eran las cinco menos siete minutos y aún le quedaba un buen trecho. Las cinco y cinco, llega a su destino pero él no está allí…
Metamorfosis
Una señora va a la farmacia y compra un cepillo de dientes nuevo y se lo pone en el bolso. Dos meses después, se da cuenta de que ya está bastante usado y que es hora de comprar otro. Pero ya no es el mismo cepillo de dientes, ahora es un trozo de plástico e inútil. Apenas queda solo en el baño el trozo de plástico putrefacto e inútil se convierte en un útil utensilio de pintura para Marta, una chica de 12 años. Hora después lo deja por la cocina tirado, y vuelve a convertirse en un trozo de plástico putrefacto e inútil. Apenas queda solo en la cocina el trozo de plástico putrefacto e inútil se convierte en un útil objeto para desatascar tuberías. El padre de la casa, Luis, lo coge y consigue desatascar la tubería que tanto había dado por saco, que es para lo que sirven los cepillos de dientes después de estas excitantes metamorfosis, para desatascar tuberías.
La huída
Un hombre se encontraba a si mismo tan poderoso, con tanto dinero, tan guapo que no se enteraba de la vida en familia. Ni compartía el trabajo de casa, ni se responsabilizaba de sus hijos. Cuando llegaba del trabajo se tumbaba en el sofá mientras su mujer trabajaba como una mula. Exigía la cena preparada a las nueve, y si no era así se ponía hecho una furia y toda la culpa iba a la mujer. Por eso un día la mujer se mudó de casa y dejó al marido plantado.
Ella
Un día de Enero, ella, asustada, leyó una nota que estaba en su buzón. Una amenaza, le destrozaría la vida pronto. No sabía qué hacer ni dónde meterse, sus hijos, por el amor de dios ellos tenían que estar a salvo. Fue al colegio, no estaban, puso una denuncia, volvió a su casa, tampoco estaban. De pronto tuvo una intuición, el baño, si, sus hijos estaban en el baño con él. Su terrorífica cara la miraba, sus sucias y horribles manos la cogían, no tenía escapatoria…
La habitación
Contó los días. Eran siete. En el primero, limpió la habitación. El segundo pinto la pared de color rosa clarito. Aprovechó el tercero para instalar la cama y la estantería. El cuarto, instaló el escritorio junto a la otra estantería de encima de la cama. El quinto día colocó la cómoda junto al armario empotrado y la mesita pequeña junto a la estantería. El sexto día puso el colchón e hizo la cama, además también rellenó la estantería de libros y colocó una silla giratoria junto el escritorio. El séptimo día, colocó las persianas en la ventana y acabó de rellenar la habitación con sus pertenencias. El octavo día despertó contenta mirando su habitación, era perfecta.
domingo, 20 de noviembre de 2011
LOS MICROS DE GUILLERMO
Carlos salió a la calle contento esa mañana porque
había tenido que arreglar el bater del cuarto de baño y le habían despedido del
trabajo. Además tubo la suerte de que se encontró con Nancy en el portal y
había roto su relación con el. Lo primero que vio fue a un perro, eso le
recordó su odio a los animales sobretodo a los delfines. Odiaba a los animales
tan tiernos y tan bonitos, siempre los había odiado, desde que era niño y
jugaba con su caja de cartón. También odiaba a los demás seres humanos,
sobretodo a Nancy pero salía con ella para odiarla desde dentro. Ese perro que
estaba delante de él alzó la pata y empezó a mear. Carlos sonrió le gustaba
aquella escena y le gustaba como los perros mean sobre todo lo que les rodea, a
veces a el también le gustaría hacerlo.
PERDIDA
Eras lo más importante para mi hasta que te perdí, te
apreciaba, no podía estar sin ti pero ese accidente de avión no pensaba lo
mismo. Nos distanció, nos separó y nos arruinó la vida para siempre. Ahora tu
no estas pero si pudieras oírme o leer esto me gustaría que supieras que eres
lo mas grande, lo mas grande que he tenido en mi vida y que lamento muchísimo
tu perdida, tanto que estas líneas son las últimas que escribiré en vida,
mientras el cristal de la copa de vino me corta las venas del brazo y me hace
perder la vi…
EL HOMBRE
INVISIBLE
Estaba sentado delante del televisor tirado en el sofá
sin ayudar nada a su mujer. Sé que parece un tópico pero la vida de Juan era
así cada día: salía del trabajo, llegaba a casa, se tiraba en el sofá, cenaba,
se tiraba en el sofá , se iba a dormir… Ana estaba cansada, al fin y al cabo
ella también trabajaba, también estaba cansada pero tenia que recoger a los
niños, ayudarlos con los deberes, bañarlos, preparar la cena y limpiar la casa.
Su marido no hacia nada y un dia harta de todo le dio un arrebato de histeria y
lo mató delante de los niños. Estos la entendieron y le ayudaron a esconder el
cadáver. Al fin y al cabo nadie echó de menos a Juan, era un hombre invisible.
Los micros de Guillermo
RUTINA
Eran las siete y media de la mañana, sonó el
despertador y se levantó, desayunó, se vestió y se dispuso a salir de casa. A
las ocho ya estaba montado en el autobús. Tenia mucho trabajo para esa mañana,
luego tenia que recoger a su suegro de una revisión médica y a los niños del
colegio, por la tarde celebraban el cumpleaños del pequeño y se le llenaría la
casa de críos insoportables. A las ocho y catorce bajó dos paradas antes de lo
habitual, se sentó en un banco de un parque y se quedó meditando unos minutos. A
las ocho y media estaba en el aeropuerto esperando al avión que despegaba hacia
Hawai. Decidió cambiar su vida y dejar la anterior atrás.
CONSECUENCIAS
Ahora se arrepienten de todo lo que hicieron en ese
país y no quiero decir que lo que hicieron ayer los otros este bien, todo lo
contrario pero tampoco es como lo pintan ellos de que hay un bando bueno y otro
horrible eso no es así. El bando bueno como ellos se creen jamás tendría que
haber enviado esas tropas y mucho menos empezar una guerra por razones absurdas.
Ahora lo lamentan, con parte de razón pero no se le puede echar la culpa
solamente a los otros. También allí se han cometido muchaS injusticias.
NY. 12 de septiembre de 2001.
METAMORFOSIS
El gusano de seda siempre soñó en convertirse en
mariposa y poder salir volando y escapar de su caja de cartón, quería salir a
degustar el delicioso polen de las flores y dejar de comer las asquerosas hojas
de morera. Estaba cansado de tener que compartir vivienda con otros diecinueve
gusanos más. Un día durmiendo en su capullo de seda notó cambios extraños en su
cuerpo y cuando despertó pudo comprobar que se había convertido en una preciosa
mariposa azul y salió volando a vivir su nueva vida.
30 de desembre
Que ràpid passa el temps, fa a penes 4 mesos estava
increïblement feliç i mira'm ara, sola, assentada en el sofà del saló, tapada
fins a les celles i veient la tele tenda, que decepcionant resulta tot açò
supose, o potser no.
La veritat és que fa temps que intente no pensar en res, no
donar-li voltes als cent mil records que passen per la meua ment, ni que fóra a
canviar algo que els recordara una vegada i una altra fins a idealitzar-los.
Per l'amor de déu! No tornarà, ja estem a finals de
desembre, el fred s'ha apoderat de quasi tot, inclós del meu cor. És impossible
que diga que li estime, perquè ni allò era amor, ni el que ara sent tampoc,
diguem que podríem cridar-lo costum, pura costum. El costum de necessitar un
abraç, el costum de sentir cançons una vegada i una altra que puguen
recordar-me a ell, o el simple fet de necessitar a algú al costat, a tot el món
li agrada sentir-se volgut no?
Excepte a eixes
persones que els agrada estar assoles i rodejades de gats per tots els costats.
Jo no sóc així, mai m'han agradat els gats la veritat, són
tan rars i desafiadors.
Siguem realistes açò ja no és vida, he d'admetre-ho, no li
necessite tant com pensava, no li necessite ni a ell ni a ningú per a continuar
vivint, sóc fort no?
Clar que si, sóc fort per a seguir i suportar el que siga, Per què d'això es
tracta, no? De seguir com siga, superar cada obstacle per molt gran que siga,
si, sens dubte sóc una persona molt forta. Potser quede amb eixe xic tan mono
de la cafeteria Niwtons, o cride el meu vell amic Lucas per a fer una volta,
qualsevol cosa abans de continuar veient la tele tenda, total ja tinc tots els
articles que venen.
Em meresc passar-m'ho bé, m'ho meresc.
sábado, 19 de noviembre de 2011
miércoles, 16 de noviembre de 2011
ÈL
Ella miró otra vez por la ventana de su clase a la que se situaba en el lado opuesto.Y allí estaba.Él.Esbozó una sonrisa sin darse cuenta y se ruborizó imperceptiblemente.Vio su pelo y pensó que le sería imposible resistir las ganas de tenerlo entre sus brazos.Paladeó ese pensamiento,alejándose de toda preocupación posible.Vovió a mirarle y lo que vio esta vez no le gustó.Una chica le estaba dando un abrazo,demasiado largo,demasiado profundo.Sintió cómo si le propinaran un puñetazo en el estómago.Cómo siempre,se acercaron más amigas suyas a abrazarlo,a adorarlo,a postrarse a sus pies.Y él las correspondía.Les devolvía los abrazos.Algo que ella no había podido probar.Todas ellas iban antes,porque para él ella era un mero segundo plato.Se le nubló la vista y para contener las lágrimas,giró bruscamente la cabeza para apartar la mirada de ésa ventana.Lo quería tanto que jamás sería capaz de reprocharle nada,por muy cruel y borde que fuera con ella.Sabía que no tenía posibilidades,pero aún así no estaba dispuesta a dejarlo pasar.Le gustaba desde el doce de febrero del año anterior,y desde entonces,la lista de las veces que había llorado por él era demasiado larga y borrosa para poderla leer.una parte de ella lo odiaba por todo lo que le había hecho.Por lo horrible que podía llegar a ser.Porque nunca la querría.Pero jamás podría dejar de perdonarle.
miércoles, 9 de noviembre de 2011
Despertares
Mis uñas negras repiqueteaban sobre la mesa de madera. Había predispuesto dos sillas una enfrente de la otra, para poder estirar las piernas.
Estaba recostada, con la cabeza echada hacia atrás, dejando mi melena negra ondulada caer libremente. Estaba harta, y muy, muy cabreada, por lo que no me había importado entrar a casa con las botas llenas de barro y haber manchado suelo y silla.
Al lado de mi mano estaba el cenicero con tres colillas aplastada, que me acababa de fumar uno tras otro, llenando la cocina de ese humo que tanto aborrecían. Levanté la cabeza con desesperación, ya que no llegaban y estaba impaciente por que se cabrearan conmigo tanto como yo con ellos. Y justo cuando me preparaba para dar un fuerte puñetazo en la mesa, el teléfono de casa sonó, rompiendo el silencio que hasta ahora solo perturbaba el movimiento de mis dedos y mi respiración; apartando de una patada la silla donde descansaban mis pies, me levanté y cogí con brutalidad el auricular. Mi "¿quién?" sonó como un insulto, pero enseguida callé, ya que lo que estaba oyendo me estaba dejando helada, de repente de mi garganta estallaron una serie de sollozos y me arrepentí, terriblemente angustiada, de todo mi esfuerzo por cabrear a mis padres y por el odio que había sentido hacia ellos. Ahora ya no volvería a verlos, ni el coche que utilizábamos desde hacía 6 años, ya que solo había quedado intacta la parte trasera de éste.
El viaje.
En realidad sabía que era lo mejor para mi, pero me empeñaba en decir que no quería irme a un sitio nuevo que estaba tan lejos de mi familia y mis amigos, a tantos kilómetros de casa, en fín de mi vida completa. Todo el mundo me decía que era lo mejor para mi futuro y que en esta nueva ciudad haría nuevas amistades y estaría con la mejor persona que podría cuidar de mi, mi madre , así que acepté y me dejé convencer aunque era lo más absurdo para mi en esos momentos. Pero ahora al fin y al cabo, después de tantos años aquí no me arrepiento de haber aceptado este viaje.
MALDITA MIERDA PROHIBIDA
El solo sonido del mechero le tranquilizaba. La primera calada del día. Cómo necesitaba esa mierda. Había comenzado a fumarla hacia años, pero cada vez las caladas se hacían más hondas y los aromas más exquisitos. Miró durante un buen rato como la hierba se consumía y observó las mágicas figuras que el humo dibujaba. Aspiró lentamente, su olor era afrodisiaco para él. Lo sostuvo durante un rato entre sus dedos incapaz de sacar una sola idea clara. Los efectos de su dependencia, junto con lo anterior , ya jugaban con su cabeza, haciéndole sentir estupendas emociones. Él ya no estaba en este mundo, se había marchado hacía tiempo.
DESAPAREZCAMOS
Micros de Baltasar
mi relato.
El otro día andando por la calle, vi un perro en la entrada de una casa. Llamé para preguntar ¿quiénn ha dejado el perro fuera?
Entonces todos los que estaban dentro de la casa empezaron a bailar a ritmo de Who let dog out? The end.
El casanova monarca de Heldr Amos
Estableció una jerarquía entre las 3 mujeres que tenia en su vida. A su esposa, la llamaba Mi Reina; a su amante, Mi Princesa; y a aquella
Chica que había conocido en el bar la otra noche, la convirtió en su Doncella. Fin.
El otro día andando por la calle, vi un perro en la entrada de una casa. Llamé para preguntar ¿quiénn ha dejado el perro fuera?
Entonces todos los que estaban dentro de la casa empezaron a bailar a ritmo de Who let dog out? The end.
El casanova monarca de Heldr Amos
Estableció una jerarquía entre las 3 mujeres que tenia en su vida. A su esposa, la llamaba Mi Reina; a su amante, Mi Princesa; y a aquella
Chica que había conocido en el bar la otra noche, la convirtió en su Doncella. Fin.
Los micros de Miguel
1.Aquella noche, bebí demasiado. Bebí tanto que te encontraba preciosa.
Cuando al día siguiente desperté, ya normal, seguías estando preciosa.
2.Cuanto más cantaba en aquel escenario, con ese maravilloso público y ese precioso decorado, junto a mi banda, más me daba cuenta de que no era lo mío.
3.Entraron en la cafetería. Se sentaron uno enfrente del otro. Se miraron por un instante, y rápidamente agacharon sus cabezas. Hubo un largo silencio. Los dos sabían lo que iba a pasar. Otro largo silencio con la mirada hacia abajo. Entonces uno dijo, apartando la vista de su teléfono: -Eh, has comentado en mi tablón! Qué gracioso!
Agacharon de nuevo sus cabezas.
Júlio Cortázar: Y después de hacer todo lo que hacen se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman, se visten, y así progresivamente van volviendo a ser lo que no son.
2.Cuanto más cantaba en aquel escenario, con ese maravilloso público y ese precioso decorado, junto a mi banda, más me daba cuenta de que no era lo mío.
3.Entraron en la cafetería. Se sentaron uno enfrente del otro. Se miraron por un instante, y rápidamente agacharon sus cabezas. Hubo un largo silencio. Los dos sabían lo que iba a pasar. Otro largo silencio con la mirada hacia abajo. Entonces uno dijo, apartando la vista de su teléfono: -Eh, has comentado en mi tablón! Qué gracioso!
Agacharon de nuevo sus cabezas.
Júlio Cortázar: Y después de hacer todo lo que hacen se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman, se visten, y así progresivamente van volviendo a ser lo que no son.
Los micros de Santi
Muchos dicen lo que piensan, pocos lo que sienten.
Un padre y un hijo hablando del día de Difuntos. El padre le explica que no es sólo un día para recordar a los difuntos, sino también de valorar los esfuerzos de nuestros padres que luchan por nosotros y aún se lo podemos agradecer en vida.
No hay que echar en cara los errores, sino saberlos reconocer.
Las cosas que no se dicen suelen ser las más importantes.
En los pequeños detalles está la diferencia.
No tengas miedo a fallar, ten miedo a no intentarlo.
lunes, 7 de noviembre de 2011
Todos nos miraban...
Era el día más feliz de mi vida, todos nos miraban y mis ojos empezaban a derramar lágrimas. Sin darme cuenta había empezado a llorar, miré mi mano, miré al cura y dije: sí quiero.
Los micros de Isis
Cuando abrí los ojos, yacía sobre un manto helado de nieve. Por la mente solo me rondaba un pensamiento: ¿por qué ahora mi habitación era un iglú?
Un lobo apareció ante mi vista, ¿qué debía hacer si no huir?, pero mis pies no le hacían caso a mi instinto, por lo que acabé ante los ojos castaños de aquel animal.
La niebla era tan espesa como el murmullo de mi cabeza, cosa que no entendía, ¿no se supone que una vez mueres no se siente nada?
El coche resbaló estrepitosamente por la carretera, y vi, inmovilizada como se acercaba hacia mí rápida y mortalmente.
El tornado se acercaba peligrosamente, y cada vez sentía más fuerte el viento moviendo la tela de mi vestido; me aferré fuertemente al árbol, pero mis pies ya no permanecían en tierra firme.
Abrí con deliberada lentitud el baúl y me asomé, temerosa, y vi allí mis antiguas cosas, y sobretodo aquel collar de ámbar. Ya era muy tarde y estaba cansada, por lo que tumbé en la cama, dejando el baúl abierto y notando como el aroma a pasado inundaba mi habitación.
Lloré desconsolada sobre aquella lápida fría e indiferente.
¿Cómo era posible que el mundo no se diera cuanta de nada, cuando yo me percataba de cada detalle de la vida naciente mientras derramaba lágrimas sobre mi tumba?
El vaso estaba por la mitad, ¿medio lleno o medio vacío?, no estaba segura ahora que el alcohol comenzaba a hacer efecto en mi cuerpo, tan solo tenía una cosa clara, que dentro de medio segundo iba a estar completamente vacío.
Quité los auriculares de mis oídos con desesperación, ¿qué era aquello?, ¿qué estaba ocurriendo? Las manos me temblaban descontroladamente, y los labios tiritaban temerosos. Avancé un solo paso, sabía que no hacía falta mucho más para llegar hasta ellos, pero mis pies no encontraron apoyo en el suelo y caí, infinitamente por el abismo.
martes, 1 de noviembre de 2011
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