miércoles, 9 de noviembre de 2011
MALDITA MIERDA PROHIBIDA
El solo sonido del mechero le tranquilizaba. La primera calada del día. Cómo necesitaba esa mierda. Había comenzado a fumarla hacia años, pero cada vez las caladas se hacían más hondas y los aromas más exquisitos. Miró durante un buen rato como la hierba se consumía y observó las mágicas figuras que el humo dibujaba. Aspiró lentamente, su olor era afrodisiaco para él. Lo sostuvo durante un rato entre sus dedos incapaz de sacar una sola idea clara. Los efectos de su dependencia, junto con lo anterior , ya jugaban con su cabeza, haciéndole sentir estupendas emociones. Él ya no estaba en este mundo, se había marchado hacía tiempo.
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